Además de todos los cambios moleculares que ocurren dentro de una célula cancerosa, el ambiente alrededor del tumor también cambia dramáticamente. La célula cancerosa pierde receptores que normalmente responderían a las células vecinas que señalan para que el crecimiento se detenga. En su lugar, los tumores amplifican su propia provisión de señales de crecimiento. Ellos también inundan a sus vecinos con otras señales conocidas como citoquinas y enzimas llamadas proteasas. Esta acción destruye tanto a la membrana basal como a la matriz vecina, la cual se encuentra entre el tumor y su mecanismo para la metástasis--un vaso sanguíneo o conducto del sistema linfático.
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